Lucas 10, 38-42:
38 Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 41 Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; 42 solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Amado, heme aquí en tu presencia.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, ¿qué me decís?
Amado, mi Agapito, hazme conocer más y mejor tu Palabra. Amado, instrúyeme y enséñame para más conocerte y mejor amarte, para más amarte y mejor conocerte.
Mira Teófilo, quiero de ti que me abras las puertas de tu corazón de par en par como Marta y María; quiero que me pongas en el centro de tu corazón como María.
Amigo mío, que yo sea el centro de tu corazón y nada más, y nadie más. Nadie me quite este puesto en ti, nada me quite este puesto en ti. Yo el centro de tu corazón y no la carne; Yo el centro de tu corazón y no el mundo; Yo el centro de tu corazón y no el demonio.
Amado, mi Agapito, te abro de par en par las puertas de mi corazón, te pongo en el centro de mi corazón, mas ¿cómo te arraigo en mi corazón perpetuamente?
Teófilo, mi tan querido Teófilo, es cuestión de amor. Si más amor, más arraigado en tu corazón; si menos amor, menos arraigado en tu corazón. En esto muestra que me amas, en que guardas mis mandamientos, este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Mis mandamientos son el Evangelio. En esto muestras que más me amas, en que tienes vida de oración, en que tienes vida sacramental. En esto muestras que no me amas, en que no guardas mis mandamientos.
Haz lo que Dios quiere, quiere lo que Dios hace.
Hágase tu voluntad. Amado, mi Agapito, quiero lo que tú quieres.
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