Muy querida Filotea, te escribo esta carta para recordarte que has de guardar el orden, tanto interior como exterior; sabiendo que es propio de Satanás el desordenar y desunir, y, que es propio de Dios el ordenar y unir.
Filotea, da a cada cosa su lugar y a Dios el principal, pues guarda el orden y el orden te guardará. Mas aquel que no guarde el orden, otro orden se impondrá al que las cosas han de guardar. Cuando no se tiene orden uno ve de lo que es esclavo, pues aquello que busca el lugar de Dios y lo ocupa, esa es la esclavitud de su corazón.
Mi Filotea, sin el orden de Dios ¿a qué desorden se da tu corazón? ¿tal vez a la carne? ¿tal vez al mundo? ¿tal vez al mundo? o ¿tal vez a los tres? Pues están ligados bajo un mismo mandato, el de Satanás.
El orden exterior es reflejo del orden interior, el orden que hay en tu habitación es reflejo del orden que hay en tu corazón.
Muy querida Filotea, ve a tu cuarto y mira de qué cosas más abunda; ve a tu móvil y mira de qué cosas más abunda; ve a tu horario y mira de qué cosas más abunda... el horario ¿cuánto tiempo dedicas? El móvil ¿a qué lo dedicas? El espacio ¿cuánto espacio le dedicas? Ojalá descubrir que lo que más abunda en tu exterior es Dios, pues eso significaría que tiene un lugar privilegiado en tu interior, en tu corazón. Ojalá no descubrir que lo que más abunda en tu exterior no es Dios, sino que es demonio, mundo y carne; pues eso significaría que Dios no tiene un lugar privilegiado en tu interior, en tu corazón.
Si tu orden está regido por Dios, sigue así; mas si descubres que tu orden está regido por demonio, mundo y carne, conviértete y ordénate regido por Dios.
Muy querida Filotea, guarda el orden interior y exterior, guarda el orden y el orden te guardará. Haz examen exterior y, ante todo, examen interior, de conciencia, de corazón.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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