Teófilo, mi tan querido Teófilo, te escribo esta carta para recordarte que tengo sed, tengo sed de que tengas sed, tengo sed de ti, tengo sed de tu amor.
El hombre; varón y mujer, ha sido creado por Dios y para Dios. El hombre; varón y mujer, ha sido creado para alabar, reverenciar y servir a Dios. El hombre; varón y mujer, ha sido creado por el Amor y para el Amor; ha sido creado para amar y ser amado.
Teófilo, la criatura no se entiende sin su Creador, el siervo no se entiende sin su Señor, el hijo no se entiende sin su Padre; así, no nos entendemos sin Dios. Eres criatura, no eres Creador. Eres hijo, no eres Señor. Eres hijo, no eres Padre. Guarda tu relación con Dios; ten sed de Dios, ten sed de su Amor. Yo tengo sed de ti, de tu amor
Mi tan querido Teófilo, ¿cómo es posible que la criatura olvida a su Creador y quiere ser creador? ¿cómo es posible que el siervo olvide a su Señor y quiera ser señor? ¿cómo es posible que el hijo olvide a su Padre y quiera ser padre? Porque se ha apagado la sed del hombre. El hombre; varón y mujer, deja de tener sed de Dios; deja de tener sed de su Amor.
Mi Teófilo, ¿cómo se apaga la sed Dios, de su Amor? Llenándose de aquello que ni es Dios ni es su Amor. Llenándose de demonio, mundo y carne apagan en sí la sed de Dios. Llenándose de pecados del demonio, mundo y carne apagan en sí la sed de su Amor.
Dios es Creador, lo demás son criaturas. Nosotros somos criaturas no seremos Dios; sí por participación, pero por pura gracia divina y Amor suyo. Demonio, mundo y carne son criatura, pero se han erigido en creadores; mas si fueran creadores buenos no apagarían la sed de Dios y de su Amor en el hombre, por eso son creadores malos. Mirad a los ángeles y a los santos, son creadores buenos, pues avivan en nosotros la sed de Dios, de su Amor.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, yo te digo: nunca demonio, mundo y carne apagarán totalmente la sed de Dios, de su Amor. Tras la muerte del hombre; varón y mujer, su sed se convierte en gozo eterno o en dolor eterno. Gozo eterno, pues eternamente es saciado por la presencia y contemplación de Dios. Dolor eterno, pues eternamente es insaciado sin la presencia y contemplación de Dios. El gozo eterno es propio del cielo. El dolor eterno es propio del Infierno.
Si la gente conociera el Amor de Dios abandonaría esos amores y se entregarían a Dios. Pero están embotados. Los que habéis experimentado mi Amor tenéis que ser apóstoles de mi Amor, siendo testigos valientes de Dios y de lo que habéis recibido.
Nunca lo olvides, lo más importante: Dios, Dios es, Dios es Amor, Dios te ama.
Agapito
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