Muy querida Filotea, te escribo esta carta para recordarte que la Cruz de Cristo no es ninguna tontería, que llevar la Cruz de Cristo no es ninguna tontería.
Mi Filotea, mi oído, mi memoria y mi corazón han sido martirizados durante varios días por culpa de una frase: ¡Métete la cruz por dentro, que pareces tonto!
Filotea, hija mía, yo seré tonto, pero la Cruz no es tontería; yo seré tonto, pero la Cruz de Cristo no es tontería; yo seré tonto, pero Jesucristo no es tonto.
No estoy molesto ni sufro con que la gente se meta conmigo, sino que estoy molesto y sufro con que la gente se meta con Jesucristo, con la Cruz de Cristo, con la Cruz, y aún más cuando viene propiciado por un hermano en la fe.
Mi Filotea, mientras te escribo estas líneas, vienen a mi memoria esas palabras de nuestro amado Jesús:
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Filotea, hija mía, llénate del Amor de Dios, para que no te dejes llevar del odio al prójimo, sino que te dejes llevar del amor al prójimo; para que no te dejes llevar del rencor, sino que te dejes llevar del perdón; para que no te dejes llevar de la venganza, sino que te dejes llevar de la misericordia.
Muy querida Filotea, lleva contigo el evangelio, el rosario y la cruz. Estos sean para ti recuerdo de que Jesús vive en ti y de que tú has de vivir en Jesús. Recuerda que eres hermana del Crucificado y que nos recuerda:
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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