Muy querida Filotea, te escribo esta carta para confortar tu corazón, para decirte que la muerte no tiene la última palabra, que la muerte es la puerta de dos eternidades.
Mi Filotea, ¡cuánto es el dolor que nos embarga a la muerte de un familiar, cuánta la pena que nos aflige por una persona tan amada por nosotros! El dolor es proporcional al amor, mucho sufre el que mucho ama, ráfagas de lágrimas corren por sus mejillas como ráfagas de amor corrieron por su corazón.
Filotea, hija mía, la muerte no es el final, no estamos en esta vida para morir y ya está, hay más después de este paso terrenal. Mas; como eres, así vivirás; como has vivido en la Tierra, has de vivir después de la muerte.
Mi Filotea, la vida es un instante entre dos eternidades, la muerte es la puerta entre dos eternidades. Por un lado, la Vida Eterna, por otro lado, la Condenación Eterna. La Vida Eterna o la Bienaventuranza Eterna es el Cielo. La Condenación Eterna o la Malaventuranza Eterna es el Infierno.
Al Cielo entran los puros, al Infierno los impuros. Al Cielo entran los que aman a Dios, al Infierno los que no aman a Dios. Al Cielo entran los que aman a los demás, al Infierno los que no aman a los demás. Santo no es el que nunca cayó, sino que es el que siempre se levantó poniendo su confianza en Dios. Pues, no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro; Dios tiene sus brazos abiertos, sus manos tendidas, para acoger al pecador arrepentido.
Mi Filotea, también está el Purgatorio, estado del alma entre el Cielo y la Tierra. En el Purgatorio están lo que han de ir al Cielo, pero que todavía no pueden entrar, pues han de ser purificados de sus pecados. Los santos ven en el Purgatorio tres niveles: el primero muy cercano al Infierno, el segundo intermedio y el tercero muy cercano al Cielo.
Las almas necesitan de nosotros, ellas no pueden hacer nada para salir de allí, las almas del Purgatorio cuentan contigo y conmigo.
Muy querida Filotea, sé muy amiga de las almas del Purgatorio, haz de todo lo que esté al alcance de tu mano por ellas, pues ellas eternamente te lo agradecerán e intercederán por ti ante Dios ahora en el Purgatorio y luego en el Cielo.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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