Teófilo, mi tan querido hijo, te escribo esta carta para recordarte que Agapito no piensa como piensa el mundo, sino que su pensar es divino y humano, y el humano se adecua al divino, pero no mundano, no se adecua al mundo.
Teófilo, este mundo te propone crecer, Agapito te propone menguar; este mundo te propone destacar, Agapito te propone pasar desapercibido; este mundo te propone ser un señor que tiraniza y oprime, Agapito te propone ser señor que sirve.
Lo que Agapito propone no lo propone por palabrería, sino que lo propone porque Él lo vive, Agapito propone compartir su misma vida, vivir lo que Él vivió, que vivamos nuestra vida con Él y como Él.
Teófilo, Agapito no creció, sino que menguó, pide la gracia de querer menguar y de no querer crecer; Agapito no destacó, sino que pasó desapercibido, pide la gracia de querer pasar desapercibido y de no querer destacar; Agapito no fue Señor que tiranizó y oprimió, sino que fue Señor que sirvió, pide la gracia de querer ser señor que sirve y de no querer ser señor que tiraniza y oprime.
Teófilo, mi tan querido hijo, el servicio ha de estar en el hablar de todo cristiano, como lo estuvo en el hablar de Agapito, mi Hijo; ha de estar en la cabeza de todo cristiano, como lo estuvo en la Cabeza de Agapito, mi Hijo; ha de estar en el corazón de todo cristiano, como lo estuvo en el Corazón de Agapito, mi Hijo; ha de estar en el actuar de todo cristiano, como lo estuvo en el actuar de Jesús, mi Hijo.
Trae a tu corazón aquella frase de Santa Teresa de Calcuta:
Quien no vive para servir, no sirve para vivir
Iehosif, Esclavo del Señor, esposo de Maryam y Padre de Agapito
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