Teófilo, mi hijito, te escribo esta carta para traer a tu corazón mi amor materno, mi entrega total e incondicional a ti.
Mi Teófilo, nada temas, Iehosif y yo estamos aquí, jamás te abandonaremos, te amamos infinito, te amamos como Dios te ama, como Dios nos ama; nuestro amor es como el Amor de Dios; nuestro amor es misericordioso, es incondicional. Nada temas, Iehosif y yo estamos aquí, jamás te abandonaremos, pasa tiempo bajo nuestro manto, oculto a los hombres, visible a Dios. Nada temas, Iehosif y yo estamos aquí, jamás te abandonaremos, somos tus Padres del Cielo, somos los Padres de Agapito. No temas, Iehosif y yo estamos aquí, jamás te abandonaremos, te uniremos más estrechamente a nosotros y te llevaremos muy cerca de Agapito.
Hijito mío, mi vida está ligada con Dios, mi entendimiento y mi voluntad están ligados con Dios, mi intimidad está ligada con Dios, mi ser está ligado con Dios. Te quiero conmigo y como yo, ligado con Dios, que tu vida se vaya ligando más y más con Dios, que tu entendimiento y tu voluntad se vayan ligando más y más con Dios, que tu intimidad se vaya ligando más y más con Dios, que tu ser se vaya ligando más y más con Dios. Esta ligadura se da en la caridad, se da en la esperanza, se da en la fe; confía totalmente en Dios, espera totalmente en Dios, ama totalmente a Dios. Así estamos Iehosif y yo, y, así queremos que tú estés con nosotros, con Agapito, con Dios.
Teófilo, mi hijito, sé cristal que deje traslucir con tu vida; con tus palabras y obras, la luz de Dios; no seas obstáculo, no seas opaco, sé puente, sé traslucido. Irradia a Agapito.
Maryam, Esclava del Señor, esposa de Iehosif y Madre de Agapito
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