Ezequiel 33, 10-11:
10Y tú, hijo de hombre, di a la casa de Israel: «Vosotros andáis diciendo: “Nuestros delitos y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y por eso nos estamos consumiendo. ¿Cómo podemos vivir así?”. 11Pues diles: “Por mi vida —oráculo del Señor Dios— que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra perversa conducta. ¿Por qué os obstináis en morir, casa de Israel?”.
Amado, heme aquí en tu presencia.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, ¿qué me decís?
Amado, mi Agapito, hazme conocer más y mejor tu Palabra. Amado, instrúyeme y enséñame para más conocerte y mejor amarte, para más amarte y mejor conocerte.
Mira Teófilo, que no siento placer en la muerte del pecador, sino que siento placer en la vida del justo. Pues el justo vivirá conmigo; pues, si ha vivido conmigo en la Tierra, ha de vivir conmigo en el Cielo. Mas, el pecador no vivirá conmigo; pues, si ha vivido sin mí en la Tierra, ha de vivir sin mí en el Infierno.
Amado, yo quiero vivir contigo en el Cielo.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, si el pecador se diera cuenta de lo que le espera en el Infierno, este se convertiría por temor; si el pecador se diera cuenta del dolor indecible de Dios por la obra de sus manos, este se convertiría por amor.
Teófilo, teme el Infierno y ama a Dios, para que no caigas en el pecado, para que no te dejes seducir por los enemigos del alma: demonio, mundo y carne, para que te dejes seducir por el amigo del alma: Dios.
Haz lo que Dios quiere, quiere lo que Dios hace.
Hágase tu voluntad.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, aplasta la cabeza de Satanás en ti por tu justicia y tu virtud, por Dios en ti. Ora como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti. Pon todo de ti, que Dios pondrá todo de Sí. Ciertamente, vivirás y no morirás. Te quiero. Acude bajo el torrente de mis llagas, en el Sacramento de la Confesión, y serás curado, limpiado de todo pecado.
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