Muy querida Filotea, te escribo esta carta para recordarte que solo con Dios se da la plena felicidad del hombre, que solo sin Dios se da la plena infelicidad del hombre.
¿Qué es el pecado? Es querer ser feliz sin Dios, sirviéndonos abusivamente y viciadamente de aquello que nos ha dado Dios. El fin ha dejado de ser Dios y se ha puesto en uno mismo, la felicidad ya no se encuentra en Dios, sino que se encuentra en uno mismo. Mas yo te digo, la felicidad solo se encuentra en Dios y todo cuanto Dios te ha dado ha de ir con vistas a Dios; la infelicidad solo se encuentra sin Dios y todo cuanto Dios te ha dado ha de ir sin vistas a Dios. Querer ser feliz sin Dios, eso es el pecado.
Dios te ha dado tus cualidades, no para que caigas en soberbia, sino para bien de Dios, de uno mismo y los demás.
Dios te ha dado las riquezas, no para que caigas en envidia, sino para bien de Dios, de uno mismo y los demás.
Dios te ha dado un cuerpo sexuado, no para que caigas en lujuria, sino para bien de Dios, de uno mismo y de los demás.
Dios te ha dado compañeros, no para que caigas en ira, sino para bien de Dios, de uno mismo y de los demás.
Dios te ha dado los alimentos, no para que caigas en la gula, sino para bien de Dios, de uno mismo y de los demás.
Dios te ha dado los bienes, no para que caigas en envidia, sino para bien de Dios, de uno mismo y de los demás.
Dios te ha dado el descanso, no para que caigas en pereza, sino para bien de Dios, de uno mismo y de los demás.
Muy querida Filotea, cae en la cuenta que solo sin Dios se da la plena infelicidad del hombre; que solo con Dios se da la plena felicidad del hombre; que el pecado es querer ser feliz sin Dios; que los vicios nos llevan a la plena infelicidad del hombre; que las virtudes nos llevan a la plena felicidad del hombre.
Nos hiciste, Señor, para Ti; y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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