Teófilo, mi tan querido Teófilo, te escribo esta carta para recordarte que el hombre está hecho para la contemplación y el goce de lo que es bueno, verdadero y bello, que el hombre está hecho para la contemplación y el goce de Dios, que es Bondad, Verdad y Belleza. He aquí que si el hombre está hecho para esto, no lo estará para aquello que se priva de esto. Así pues, el hombre no está hecho para la contemplación y el goce de lo que se priva de la bondad, verdad y belleza, el hombre no está hecho para la contemplación y goce de aquel que se prive de Dios, que es Bondad, Verdad y Belleza.
Teófilo, ¿para qué te he dicho todo esto? Para que te mantengas firme en la fe, seguro en la esperanza y constante en la caridad, es decir, que cada día estés más unido a Dios y, por consiguiente, más desunido del Diablo.
Mi tan querido Teófilo, la tentación, el pecado y el vicio están llenos de maldad, falsedad y fealdad, es decir, están privados de bondad, verdad y belleza. Entonces, te preguntarás: ¿por qué caemos en ellos si son malos, falsos y feos? Porque el demonio, astuto y mentiroso como es, los presenta recubiertos de bondad, verdad y belleza a nuestros sentidos. Por eso, no te fijes en el envoltorio, sino que has de fijarte en lo que ha sido envuelto con ese envoltorio. Mas recuerda que hay cosas que vienen de Dios que nos parecen malas, falsas y feas, y, tras de sí, están llenas de Dios; de bondad, de verdad y belleza; piensa en una enfermedad, no es esta ni malo ni bueno, pues para Dios ni es malo ni es bueno, si Dios la permite o la envía, es para lograr un fin bueno, pues Dios es Bondad.
Mi tan querido Teófilo, abraza todo como venido de Dios, todas las cruces como venidas de Dios, pues, las cruces, sufrimientos y dolores te unen a mi Cruz, mi Sufrimiento y mi Dolor. Hacen de ti y de Mí un solo corazón, hacen de Mí y de ti una sola vida, hacen de nosotros una sola carne.
Tu mirada fija en mi Mirada, tu corazón fijo en mi Corazón. Teófilo, mi tan querido Teófilo, juntos, siempre juntos por toda la eternidad, dame día tras día tu mano y no me sueltes, sigamos caminando, la Cruz nos espera.
Agapito
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