Muy querida Filotea, te escribo esta carta para que caigas en la cuenta de que la santidad no es para un grupo de selectos, sino que es para todos los cristianos sin distinción, para ti y para mí, para todos y cada uno.
Mi Filotea, te preguntarás: ¿qué es la santidad?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: perfección. Entonces, te preguntarás: ¿qué es perfección?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: misericordia. Entonces, te preguntarás: ¿qué es misericordia?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: caridad. Entonces, te preguntarás: ¿qué es la caridad?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: amor. Entonces, te preguntarás: ¿qué es el amor?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: entrega. Entonces, te preguntarás: ¿qué es la entrega?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: dar la vida. Entonces, te preguntarás: ¿qué es dar la vida?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: no pertenecerse. Entonces, te preguntarás: ¿qué es no pertenecerse?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: ser cristiano. Entonces, te preguntarás: ¿qué es ser cristiano?, muchas veces me lo he preguntado y muchas veces la respuesta ha sido: Cristo.
La santidad es Cristo, Cristo es ser cristiano, ser cristiano es no pertenecerse, no pertenecerse, no pertenecerse es dar la vida, dar la vida es entrega, entrega es amor, amor es caridad, caridad es misericordia, misericordia es perfección, perfección es santidad.
Sed santos como Dios es santo, sed perfectos como Dios es perfecto, sed misericordiosos como Dios es misericordioso
Muy querida Filotea, no temas ante este edificio que se ha alzado frente a ti, pues no es solo obra tuya, sino que ante todo es obra de Dios; porque supera tus capacidades, mas Dios es capaz y Dios te capacitará. Da todo de ti, que Dios dará todo de Sí.
Mi Filotea, Dios es Amor, en la medida que tú seas amor, que participes del Amor de Dios, serás más o menos semejante a Dios; el amor te asemeja a Dios, pues Dios es Amor y tú serás amor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas; no a medias.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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