Marcos 3, 7-12:
7Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. 8Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón. 9Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío. 10Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. 11Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». 12Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Amado, mi Agapito, heme aquí en tu presencia.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, ¿qué me decís?
Amado, mi Agapito, hazme conocer más y mejor tu Palabra. Amado, instrúyeme y enséñame para conocerte y amarte más, para amarte y conocerte mejor.
¡Escucha Teófilo! Hoy está de moda el no creer en Dios, mañana estará el indiferentismo religioso, ayer estuvo el creer en Dios... No hay que dejarse mover por las modas, aquel que se deja mover por las modas piensa lo que piensa el mundo, siente lo que siente el mundo, su personalidad es la personalidad del mundo... aquel que se deja mover por las modas se deja mover por el mundo.
La última palabra de todo no la tiene el mundo, sino que la tiene Dios; la última palabra de todo no la tiene el demonio, sino que la tiene Dios; la última palabra de todo no la tiene la carne, sino que la tiene Dios.
Dios es el que era, es y será; pero el demonio, pero el mundo, pero la carne, su gobierno es temporal y, cuando se acabe el tiempo, se acabará. Sin embargo, el gobierno de Dios es supratemporal, gobierna los tiempos y va más allá de los tiempos.
Amado, ¿qué quieres que haga?
Teófiilo, mi tan querido Teófilo, si quieres ser mi discípulo totalmente, totalmente hemos de vencer demonio, mundo y carne en ti; solo Dios y nada más, nadie más.
Hágase tu voluntad.
Teófilo, sea tu fe como la unión del conocimiento sobre Dios del ángel y, de la humildad, pequeñez y sencillez del niño o del anciano; fe alimentada y robustecida por el estudio sobre Dios y por la oración; fe que sabe mucho de Dios y espera todo de Dios; fe que lleva a un profundo amor a Dios, que se nutre del Amor de Dios.
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