41 Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. 42 Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre 43 y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. 44 Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; 45 al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. 46 Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. 48 Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». 49 Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». 50 Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. 51 Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. 52 Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Amado, mi Agapito, heme aquí en tu presencia. Hazme capaz de conocer y amar, amar y conocer.
Teófilo, mi tan querido Teófilo, no has de temer cuando me notes ido de tu corazón. Me iré de tu corazón cuando no lo pueda ocupar, pues ya está ocupado por demonio, mundo y carne; aquí sí has de preocuparte; pues, no soy Yo el que se ha ido de ti, sino que eres tú el que te has ido de mí. ¿Acaso no habitas tú en Mí y Yo en ti? Si tu corazón está lleno de demonio, mundo y carne no habitas en mí, sino que habitas en ti, contigo.
Entonces, Amado, ¿cuándo no me he de preocupar porque te halles ido de mi corazón?
Siempre te has de preocupar porque no me halle en tu corazón, siempre te has de preocupar porque yo he de ser el centro de tu corazón, de tu vida, de tu intimidad. Te he dicho temer, no te he dicho preocupar. No has de temer cuando me notes ido de tu corazón, cuando el que se halla ido soy Yo de ti y no tú de Mí. Tranquilo, no tengas miedo, es una prueba de fidelidad, el corazón se angustiará buscando consuelo y no lo hallará, entonces has de permanecer golpeado por la tentación; pero resistirás, siempre que permanezcas firmes en la fe, la esperanza y la caridad, siempre que permanezca firmes en mis palabras: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Amado, mi Agapito, quédate siempre junto a mí, que siempre te halle en mí y; viéndote en mí, sea capaz de verme a mí en Ti.
Teófiilo, mi tan querido Te, has de pasar por estas noches oscuras, es por tu bien, para que tu fe, tu esperanza y tu caridad sean fortalecidas; para que tu vida de unión con Dios sea robustecida; para que sea mayor nuestra unión y que cuantos te miren sean capaces de descubrir en ti el rostro de Dios, otro Cristo.
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