“Una palabra elocuente, una conversación interesante, una amistad pura y consoladora nos traería a la mente de Aquel cuya Palabra es el Verbo infinito, de Aquel que desempeña el Primer Papel en el coloquio y la amistad eterna; y toda verdad, toda bondad, toda belleza, todo bien natural elevaría nuestro pensamiento y nuestro amor hacia el Padre, ya que, en definitiva, nada es verdadero sino por su Verdad, nada bueno sino por su Bondad, ninguna cosa brilla sino po su Luz, nadie vive sino por su Vida y nadie es santo sino por su Santidad. Si supiéramos interpretar el mundo de la naturaleza y, sobre todo, el mundo de la gracia, tendríamos siempre, como Jesucristo nuestro Señor, los ojos y el corazón levantados hacia nuestro Padre celestial.”
Conferencia, Santisima Trinidad - 1 El Amor al Padre - 2 Practica - c4035 (39" 02' - 39" 55'), Fray Antonio Royo Marín
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Comentario
Sean nuestras palabras como Palabra de Dios, sean nuestras conversaciones como Conversaciones de Dios, sean nuestras amistades como la Amistad de Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios Uno y Trino, Santísima Trinidad un solo Dios es nuestro ejemplo más perfecto, ejemplo que hemos de contemplar e imitar. Ciertamente, sean nuestras palabras como Palabra de Dios, sean nuestras conversaciones como Conversaciones de Dios, sean nuestras amistades como la Amistad de Dios. ¿Cómo se es capaz de vivir todo esto? Por ti solo imposible, con Dios totalmente posible, pues como dice Jesús: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Por tanto, hemos de vivir en Dios y Dios en nosotros, los sarmientos unidos a la vid y, la vid a los sarmientos. Unión realizada por la vida de santidad, vida de intensa fe, esperanza y caridad, pues, el amor vuelve a dos de la misma condición, y es que por el amor, por esta escalera de la caridad, el hombre va quedando divinizado; pues la naturaleza divina es más perfecta y origen de la naturaleza humana, Dios es creador del hombre. Por tanto, la vida de fe, esperanza y caridad nos hace gozar ya del Cielo en la Tierra, viendo a Dios en nosotros y a nosotros en Dios, bien dijo san Agustín:
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