Muy querida Filotea, te escribo para advertir a tu corazón. Para que tu corazón no se apague en nada al demonio, al mundo y a la carne; sino que se apegue solo a Dios. Así empecé la otra carta y así empiezo también esta.
Muy querida Filotea, el Diablo se sirve de sus demonios, se sirve del mundo y se sirve de la carne para hacernos cada vez más y más mundanos; sin embargo, Dios quiere hacernos cada vez más y más humanos.
Muy querida Filotea, la mundanidad nos aleja de Dios y nos aleja del prójimo; sin embargo la humanidad nos acerca a Dios y nos acerca al prójimo. ¿Quieres saber si eres mundana o si eres humana? Examínate y cae en la cuenta si estas lejos de Dios o estás cerca de Dios; si estás lejos del prójimo o estás cerca del prójimo. Así pues, los Diez Mandamiento y el Mandamiento del Amor que es el espejo donde se ha de mirar tu corazón, es espejo que nos muestra que si eres mundana o si eres humana.
Muy querida Filotea, con Dios o contra Dios; con demonio, mundo y carne o contra demonio, mundo y carne. El centro de tu corazón, de tu vida, de tu intimidad es donde se libra esta batalla. Ponte en cada día, en cada hora, en cada minuto, en cada segundo, en cada momento del lado de Dios, en contra del demonio, mundo y carne. El centro de tu corazón, de tu vida, de tu intimidad sea Dios y nada más, nadie más; solo Dios.
Muy querida Filotea, jamás te enfrentes al Diablo y sus tentaciones: demonio, mundo y carne; tú sola, pues perderás; siempre enfréntate al Diablo con Dios. Con Dios la victoria segura, sin Dios la derrota segura.
Dios que ha empezado en ti esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
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