“Haced que el que os ve, vea un vivo retrato de Jesucristo, y resplandezca en vosotros, esto es, en vuestro rostro, en vuestros ademanes y vuestro comportamiento la virtud de Jesucristo, para que todos alaben a la divina majestad con solo ver a los hijos de la congregación de la pasión y para que, con solo veros, se conviertan los pobres pecadores.”
San Pablo de la Cruz, místico y evangelizador (pág. 214), Adolfo Lippi, Pablo de la Cruz (Santo)
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Comentario
El cristiano está llamado a ser alter Christus, otro Cristo para la gente de su alrededor, para con todos y con cada uno.
¿Cómo es esto posible? Nos vamos pareciendo cada vez más a Cristo creciendo en la amistad con Él, porque Jesucristo no está muerto, sino que está vivo y quiere tener con todos y cada uno de nosotros una relación viva, íntima y personal. Se trata de ir cada día creciendo más y más en la escuela de Cristo, donde mediante el seguimiento, la imitación y la configuración, el cristiano va quedando transformado hasta el punto de exclamar como San Pablo: ¡Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí!
He aquí que Cristo se graba a fuego en el corazón, en el alma, en la mente, en el ser; Cristo se graba a fuego en mi intimidad, en mi voluntad, en mi entendimiento, en mi ser. Es así; en esta unión íntima y amorosa con Cristo, en esta relación en la que Cristo vive en mí y yo vivo en Cristo; que las palabras del cristiano están estrechamente unidas a las palabras de Cristo, las obras del cristiano están estrechamente unidas a las obras de Cristo; para que cuantos escuchen y vean entiendan que Cristo mora en él y él en Cristo; para que cuantos escuchen y vean alaben a Dios; para que cuantos escuchen y vean se sientan movidos a conversión.
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