La Palabra de Dios es el Corazón de Dios, es la Intimidad de Dios. María tiene una exquisita familiaridad con la Palabra de Dios, con el Corazón de Dios, con la Intimidad de Dios. María entra en la Intimidad de Dios y su intimidad se identifica con la Intimidad de Dios, entra en el Corazón de Dios y su corazón se identifica con el Corazón de Dios, entra en la Palabra de Dios y su palabra se identifica con la Palabra de Dios. Así pues, el Magnificat es expresión de la palabra de María que bebe de la Palabra de Dios, es expresión del corazón de María que bebe del Corazón de Dios, es expresión de la intimidad de María que bebe de la Intimidad de Dios. Ciertamente vemos como la Palabra Dios se convierte en palabra de María, vemos como el Corazón de Dios se convierte en corazón de María, vemos como la Intimidad de Dios se convierte en intimidad de María; también ciertamente vemos como la palabra de María se nutre de la Palabra de Dios, como el corazón de María se nutre del Corazón de Dios, como la intimidad de María se nutre de la Intimidad de Dios. Esto pone de manifiesto que el entendimiento y la voluntad de María está en sintonía con el entendimiento y la voluntad de Dios. Así, María, al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, por el Corazón de Dios, por la Intimidad de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada, Jesucristo nuestro Señor, Corazón de Dios, Intimidad de Dios.
Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a que nuestro entendimiento y voluntad estén en sintonía con el entendimiento y voluntad de Dios, sintonía que nace del trato asiduo con la Palabra de Dios, el Corazón de Dios con la Intimidad de Dios, trato frecuente con Jesucristo nuestro Señor. A fin de que nuestra vida, se nutra de la Vida de Dios, que nuestro corazón de Dios, que nuestra intimidad se nutra de la Intimidad de Dios, que nuestra palabra se nutra de la Palabra de Dios. Así nuestra palabra se configura con la Palabra de Dios, nuestro corazón se configura con el Corazón de Dios, nuestra intimidad se configura con la Intimidad de Dios. Nosotros en Dios y Dios en nosotros.
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